Cuando emprendes con alguien, lo mejor es que en los momentos de bajón ese alguien siempre está ahí para ti, para darte ánimos y devolverte las ganas. Pero cuando emprendes con alguien, también corre el riesgo de que ambos nos desmotivemos. Y así fue. Yo he llegado a la conclusión de que no era el momento, porque siempre había otra cosa que se interponía en mi camino y no puedes dejar que todo el peso de algo tan complicado como emprender caiga sobre tu compañero.
Y ahora que estoy sola, no va a haber nadie que me empuje, que me anime, o a quien yo tenga que animar en esos momentos de sentirse perdido en este mundo que es emprender.
Me dicen que lo intente, que el proyecto lo vale, que ahora sé cuál es el camino. Pero la que está al frente de la batalla soy yo. Solo yo. La que se mete en este "fregao" es una servidora.
Pero tengo que intentarlo otra vez. Allá voy.
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Fuente: Columna Cero |
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